lunes, 31 de marzo de 2014

Cómo actuar con nuestros hijos ante el divorcio



Toda separación supone un proceso de duelo y de readaptación a nuevas circunstancias, suponiendo un cambio en la vida del niño que, dependiendo de la edad, a veces puede resultarle difícil. La forma en la que la pareja afronta y resuelve la situación es vital para el futuro bienestar emocional  tanto de ellos mismos, como del pequeño. Si los padres son capaces de ir a una, es decir, dejar a un lado sus diferencias y tener unas pautas de crianza únicas y consensuadas, siendo el bienestar de sus hijos lo más importante, este cambio no tiene por qué ser tan traumático.
Una de las tareas más complicadas cuando se ha tomado la decisión, es comunicársela a ellos. Lo ideal, es que seamos los dos miembros de la pareja los que les informemos juntos, y decirles que es una decisión tomada por los dos. Es mejor que no entremos en conceptos legales, que lo hagamos de forma sencilla y concreta, adecuándonos un poco a su edad, explicándoles cómo va a ser la situación a partir de ese momento, con qué padre vivirán y cuál será su hogar .Es importante transmitirles seguridad y tranquilidad, dejándoles claro que la decisión no tiene nada que ver con ellos y que aunque se produzca la separación el amor que sentimos por ellos no va a cambiar nunca. No es necesario entrar en los motivos del divorcio,  mejor ser concreto y limitarse a lo que tiene que ver con ellos.
A nivel general, las pautas que podríamos establecer son:

-Evitar cualquier discusión delante de ellos y críticas hacia el otro progenitor.
-No utilizar al niño como espía o mensajero para establecer comunicación con la otra parte.
-Dar cariño y seguridad, pero sin olvidarnos de poner normas y límites consensuados con nuestras exparejas. No contradecir a la otra parte ni desautorizarla. Deben vernos sólidos y unidos al respecto.
-Tras el descontrol inicial con horarios y lugares, intentar crear rutinas y hábitos para que la adaptación se produzca lo más rápidamente posible.
-No caer en chantajes emocionales del tipo con mamá/papá  estoy mejor, o con él sí puedo hacer esto. Los niños  suelen  aprovechar la debilidad de los padres para obtener lo que quieren, no son conscientes de esa manipulación realmente, pero no podemos ceder en darles todo lo que quieren para ganarnos su afecto, por muy vulnerables que nos sintamos en ese momento. No por darles todo lo que nos pidan vamos a ganarnos su afecto.

Generalmente, aunque la separación de unos padres nunca es un plato de buen gusto para un niño, y atravesará ese pequeño periodo de duelo, si somos capaces de llevar el proceso de divorcio de una forma constructiva, lo superará en poco tiempo y se volverá a establecer el equilibrio familiar. Sabemos, que en algunas ocasiones el actuar como se debería es complicado, pero el esfuerzo realmente merece la pena, porque estamos hablando de la felicidad de nuestros hijos. Lo principal es tener paciencia, darles mucho cariño y comunicarnos abiertamente con ellos.
 Si tenéis cualquier duda al respecto, estaremos encantadas de solucionárosla, ya sabéis que nuestra primera consulta es gratuita.

lunes, 10 de marzo de 2014

Miedo a la oscuridad



El miedo a la oscuridad es muy frecuente en la infancia. Suele aparecer pronto, alrededor de los dos años  y continua siendo frecuente hasta los nueve. Es un miedo evolutivo, es decir, suele desaparecer a lo largo de los años, pero si es muy persistente y le impide dormir sólo o interfiere mucho en la vida del niño, es bueno dar una serie de pautas tanto a los padres como a él mismo para erradicarlo.

Los niños suelen relacionar la oscuridad con lo desconocido, el final de las actividades que estén realizando durante el día y la falta de papá y mamá; además en la mayor parte de los cuentos e historias infantiles los ogros, monstruos etc, habitan en sitios oscuros, mientras que las princesas y los héroes en radiantes castillos y el niño al acostarse suele echar a volar su imaginación y cualquier ruido o sombra lo interpreta como una amenaza.

 Muchos de los padres debido a este miedo de sus hijos, duermen en su habitación, o les permiten que pasen a su cama o incluso que duerman en el sofá y esto refuerza aún más este miedo.

Las principales pautas que se suelen emplear a nivel general son:

 - Jugar con el niño durante el día a juegos con las persianas bajadas:  tinieblas (escondite en la oscuridad), la gallinita ciega o la búsqueda del tesoro ( esconder por toda la casa chucherías envueltas en algún papel llamativo o algún juguete y que el niño deba buscarlo).También los juegos de sombras  son bastante útiles en estos casos.

-Intentar que el momento de irse a la cama sea un momento relajante, sin discusiones ni demasiada activación. Se deben evitar las historias de miedo, películas o juegos que puedan crearle ansiedad antes de ir a dormir. En el caso de que viera alguna película con alguna escena que le impactara siempre usar el humor, diciéndole que todo es mentira y explicándole la diferencia entre realidad y ficción.

-Es importante, que el ambiente donde duerme el niño sea agradable e ir jugando poco a poco con la luz. Al principio dejar la luz del pasillo encendida para que tengan más seguridad, después una pequeña lámpara, un piloto de luz y poco a poco ir eliminarla del todo. En el caso de que el niño tenga pesadillas o nos llame en la noche, es importante que acudamos a consolarle y no encendamos la luz, para que no asocie la luz con seguridad.

-Utilizar peluches o algún muñeco también es frecuente para que se sienta más arropado.


Como ya os hemos dicho suele ser un miedo que desaparece, en unos niños antes que en otros, pero es un miedo propio de la edad y que solemos atravesar todos, no hay que darle excesiva importancia, darle confianza y cariño y seguir estos consejos; si aún así sigue teniendo mucha ansiedad a la hora de dormir, pueden consultarnos, nuestra primera sesión es gratuita.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Cáncer en la infancia



El cáncer infantil es el cáncer que afecta a niños y a jóvenes, y existen diferencias entre éste y el de los adultos, tanto en la manifestación de sus síntomas como en sus desencadenantes y tratamiento.

Los cánceres más frecuentes en la infancia son la leucemia, el linfoma y el cáncer cerebral y a partir de los diez años es más frecuente el cáncer de huesos.

Mientras que en los adultos las causas o desencadenantes pueden ser el hábito de fumar, el consumo excesivo de alcohol, la exposición excesiva a los rayos solares…etc, en el cáncer infantil, la mayoría de las causas son todavía desconocidas, lo que hace difícil su prevención. Los niños que padecen esta enfermedad suelen estar sometidos a pruebas y tratamientos médicos aversivos y estancias hospitalarias largas, lo que supone una ruptura de su vida cotidiana. No sólo el niño que lo padece, sino toda la familia experimenta mucho estrés y ansiedad durante estos periodos.

En el caso del niño, además de toda la exigencia que supone un tratamiento médico y el dolor  que acarrean los efectos adversos del mismo, se pueden producir alteraciones en la imagen corporal, pérdida de la identidad, ansiedad anticipatoria ante los procedimientos médicos o un estado de ánimo decaído.

Por otro lado, la familia, debe asimilar cambios importantes, aprender gran cantidad de información sobre la enfermedad, seguir conciliando su vida laboral y el cuidado de sus otros hijos y servir de soporte para su hijo. Todas estas exigencias pueden llegar a desbordar a los padres del niño con cáncer y  crearles una sensación de pérdida de control.

Por lo tanto, el tratamiento psicológico se tiene que dar en ambas partes.

Con el niño hay que trabajar la adaptación a su enfermedad y al proceso de hospitalización. Es importante el ser honestos con él, tiene derecho a conocer qué le está sucediendo. La información que le daremos estará en función de su edad y de su capacidad de comprensión. También es importante, que en la medida de lo posible el niño pueda continuar con sus actividades sociales y académicas, con el fin de normalizar un poco la situación. A la hora de afrontar las técnicas médicas más aversivas se utilizarán técnicas de distracción, relajación, respiración, visualización de imágenes placenteras…etc con el fin de intentar aliviar en la medida de lo posible el dolor que el niño pueda sentir y reducir la ansiedad.

Además de trabajar para mitigar el dolor, también se profundizará en la comunicación emocional con el niño y con los padres. Muchas veces la familia no quiere expresar los sentimientos pero el niño los capta, por lo que es bueno que se aprenda a comunicar el miedo y las preocupaciones y que la comunicación sea lo más abierta posible entre todos los miembros del sistema. También se intentará facilitar una adaptación y una asimilación de la nueva situación de su hijo/ hermano ; la búsqueda de apoyos y el trabajo personal de la ansiedad y el estrés.

En Martínez Bardají Psicología este tipo de casos los llevamos entre una profesional especializada en psicooncología y la psicóloga infantil, con el fin de proporcionar un tratamiento lo más completo posible tanto al niño como a la familia.
 Aunque el cáncer es una enfermedad dura y muy presente en la sociedad hoy en día, en la infancia tiene mejor pronóstico que el de los adultos, sobretodo si se inicia el tratamiento en el momento adecuado, por lo que no hay que decaer y luchar para salir adelante ¡Mucho ánimo!

jueves, 13 de febrero de 2014

Ansiedad por separación en el niño

Trastornos de ansiedad por separación
Desde que nacemos estamos vinculados física y emocionalmente a nuestros padres, por lo que la separación de ellos, aunque sea por cortos periodos de tiempo, suele producirnos ansiedad. Este miedo a la separación es uno de los más frecuentes entre los más pequeños y suele darse entre los niños de uno a seis años, siendo más frecuente entre los dos y los tres.

Aunque es perfectamente normal en el desarrollo de un niño; si se da en muchas y variadas situaciones, está muy presente de nuestro hijo y además cada vez de forma más intensa, es conveniente el acudir a un especialista para enseñarle herramientas para conseguir aumentar su autonomía.
El niño que tiene este miedo suele no querer acudir a ninguna actividad que le suponga estar separado de nosotros: ir a la guardería, al cole, a casa de un amigo a jugar, excursiones..etc  y tiene una preocupación excesiva cuando piensa en separarse de sus referentes.
Como no está acostumbrado a estar sin nosotros, piensa que no está seguro si no estamos con él o que no vamos a volver, lo que le genera  ansiedad.
 Esta ansiedad, puede manifestarla con  dolores de cabeza, de estómago, sudores e incluso vómitos. Son somatizaciones de esa intranquilidad emocional que está teniendo.
El tratamiento lo llevaremos acabo tanto con el niño para para conseguir aumentar el número de actividades que hace solo y a superar la inseguridad que siente en estas situaciones,  como con los padres, para que aprendan a reforzar la independencia del niño.

En primer lugar intentaremos que se relacione con más personas y que hagan pequeñas separaciones, al principio por ejemplo estar jugando un rato con el abuelo mientras mamá y papá están en la cocina, y así ir aumentando tanto el tiempo de separación como la distancia poco a poco.

Con el niño,trabajaremos el identificar cúales son los pensamientos que tiene en esos momentos en los que se queda sólo: “Papá y mamá no van a volver”  “me da miedo quedarme solo” y estableceremos un plan para afrontar estas situaciones que nos crean ansiedad mediante relajaciones, juegos y utilizando cuentos y modelos para que vean que hay niños que se quedan un rato jugando solos y contentos y no pasa nada porque luego papá y mamá vuelven.


Con los padres, les enseñaremos nuevas formas de relacionarse con ellos haciendo que éstos dejen hacer al niño más cosas solo, fomentando que aprenda nuevas habilidades de coordinación motora o lectora y retirando el apoyo por su parte poco a poco. De lo que se trata es de que el niño vea que no necesita a papá y a mamá para todo, que puede ser autosuficiente en muchas cosas; eso le dará seguridad.

Es muy importante dar al niño no sólo cariño, sino dotarle de facultades para que pueda tener una buena autoestima de adulto, crea en sí mismo y sea independiente. Está en nuestras manos.

Si tenéis cualquier duda, nuestra primera consulta es gratuita y estaremos encantadas de poder solucionárosla.

martes, 10 de diciembre de 2013

La llegada de un hermanito


 La llegada de un hermanito a casa suele ser un momento un tanto estresante para nuestros hijos mayores.
El que mamá tenga que estar ingresada unos días en el hospital, que ya no nos dediquen el mismo tiempo y la misma atención que antes, que ya no durmamos en la habitación de nuestros padres y que ahora las visitas fijen su atención en el recién llegado, suponen cambios en las rutinas y vida cotidiana, no sólo del niño, sino en la de toda la familia.
En la mayoría de los casos, el síntoma más aparente son los celos, pero también pueden producirse reacciones de desapego o agresividad hacia el recién nacido. Estos comportamientos suelen asociarse a un miedo a perder la atención y el afecto de los padres y a ser relegado a un segundo lugar.
Otra reacción muy común es la aparición de comportamientos más infantiles, como el volver a hacerse pipi en la cama, despertarse por la noche o llorar sin motivo.


Para prevenir este tipo de conductas, podemos llevar a cabo una serie de estrategias que faciliten un poco esa adaptación:
-Durante el embarazo es bueno ir informando a nuestro hijo de la próxima llegada de su hermano, destacando el atractivo de tener un nuevo compañero de juego y su nuevo papel como hermano mayor lo que le dará un estatus superior. Además, el  explicar con claridad que mamá va a tener que estar ingresada en el hospital unos días también nos ayudará a prevenir o a mitigar ese temor cuando se produzca esa ausencia.
Para evitar que el niño asocie el abandonar la habitación de sus padres con el nacimiento del nuevo hermano, es conveniente que se produzca con suficiente antelación para que no haga esa asociación.
-Cuando el bebé ya esté en casa, podemos seguir  reforzando ese papel de hermano mayor, dejándole participar de alguna forma en el cuidado del bebé, dándole alguna tarea sencilla como enjabonarle las piernas o ir a buscar los pañales….etc. Esta es muy buena forma de que el niño siga sintiéndose importante dentro de la familia. Sin embargo, si no quiere involucrarse con el bebé, no es bueno forzarlo. Muchos niños se adaptan a la nueva situación “ignorando” a sus hermanos durante un tiempo. Es normal, y solo hay que darle tiempo para que se acomode.
También el intentar no cambiar las rutinas anteriores, como el leerle un cuento antes de dormir o el pasar un poco de tiempo a solas con él es bueno, pues le hacen seguir sintiéndose especial.
Si aparecen reacciones de celos, deben aceptarse como una reacción normal, comprenderlo y ayudar al niño a expresar esos sentimientos de forma adecuada; por ejemplo afrontar el hecho con naturalidad y humor si el niño nos expresa que querría “devolverlo” o hacerle ver que él ya no necesita que lo cojan en brazos porque ya tiene unas piernas fuertes y es muy mayor e importante…etc..
Con respecto a las visitas, es importante el integrar al hermano mayor en los elogios e intentar que no se sienta a un lado, recalcando su papel y su ayuda en el cuidado del hermano.
Como padres en estas situaciones, lo principal es mantener una actitud cariñosa y serena e intentar repartir las manifestaciones de cariño de la forma más equitativa posible; no hay que alarmarse, la adaptación inicial a un nuevo hermano no constituye un hecho problemático que hay que resolver, sino una tarea más en el desarrollo humano: la interacción y relación con los hermanos y esto siempre es una fuente de aprendizaje y de alegrías.


Alicia Más Montañés 
Psicóloga Infanto-Juvenil.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Que la comida sea tu alimento y tu alimento tu medicina


Hoy, en el día Universal del Niño, me dispongo a escribir mi primera entrada en el blog con muchas ganas e ilusión. Me apasiona la niñez, esta etapa en la vida en la que todo está por descubrir, dónde tenemos nuestras primeras experiencias físicas, sociales y emocionales y donde poco a poco, y sin darnos cuenta, se va forjando nuestra personalidad y esa mochila de recuerdos y vivencias que llevaremos a la espalda en nuestra vida adulta.


El tema que he elegido para este, mi primer artículo, es la alimentación en la infancia; esta cumple tres funciones principales tanto en el niño como en el adulto, que son la obtención de energía necesaria para el funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente, facilitar y promover el crecimiento de los huesos y los músculos; y por último, la reconstrucción y regeneración de otras partes del cuerpo, como las uñas, el pelo...etc.



Las estrategias básicas que podemos utilizar como padres para afrontar situaciones problemáticas a la hora de comer las podríamos resumir en las siguientes:

  • a)       Establecer un ritual: Los niños funcionan muy bien con rutinas. Este ritual tiene como función predisponer al niño positivamente hacia la comida y establecer un cambio gradual entre la actividad que se esté realizando anteriormente y el ponerse directamente a comer. Podría consistir simplemente, en comer más o menos siempre a las mismas horas, y ayudar a mamá y a papá a poner los vasos, los cubiertos, el mantel…etc. También sería de utilidad que el niño/a estuviera presente alguna  vez en el momento de preparación de la misma, incluso que colaborase, sobretodo en casos en los que éste se niegue a introducir nuevos alimentos en su dieta con el fin principal de que se familiarice con ellos y se atreva a probarlos.


  • b)       Hacer de la comida un momento agradable: Es importante que el niño haga una asociación positiva con el momento de sentarse a la mesa. Para ello sería conveniente, que en la medida de lo posible, comiera toda la familia junta, procurando el tiempo necesario para ello y desterrando cualquier discusión a cuenta de lo que el niño come. Es un momento de tranquilidad, destinado a dialogar y a comentar el día, el colegio, los juegos…El evitar distracciones como la televisión, además de prevenir la obesidad, pues cuando se ve la tv pierde la noción de la cantidad de comida que está ingiriendo; facilita la comunicación y mejora el ambiente familiar.

  • c)       Ofrecer cantidades pequeñas: No existe una cantidad fija que el niño tiene que  comer; pero sobretodo a los niños pequeños, menores de seis o siete años, lo mejor es ofrecerles cantidades muy pequeñas pues pueden agobiarse si ven el plato repleto de comida. Un truco que puede emplearse es utilizar un plato grande para reducir la percepción de cantidad del niño. Niños mayores de esta edad ya pueden servirse un poco más a su gusto, pues generalmente comerán lo que ellos consideren necesario para saciar su apetito.

  • d)       No picar antes de la comida ni dejarles beber refrescos o demasiada agua durante la comida, pues puede saciarles rápidamente.

  • e)       Ofrecerles el alimento, pero nunca forzarlo: si el niño no quiere comer más no hace falta hacer comentarios, ni caer en discusiones, aunque creamos bajo nuestro criterio que no ha comido lo suficiente. Si el niño ya no come más, puede ser simplemente que ya está saciado, no debemos forzarle. Además el focalizar la atención en un alimento que por lo que sea el niño no quiere ingerir, no hará más que reforzar la repulsión que tenga el niño hacia él.

  • f)        Dar buen ejemplo: Es importante, que tanto en la comida, como en todos los aspectos de la vida diaria, seamos modelos de nuestros hijos, pues los niños suelen repetir costumbres y hábitos que realizan sus padres. En el caso de la comida, el cuidar los modales y la higiene a la hora de sentarnos a la mesa es fundamental: lavarse las manos antes de comer, utilizar servilletas, no comer con la boca abierta, son aprendizajes que se realizan ya a una edad temprana y por imitación.

  • g)        Limitar el tiempo de la comida: no es adecuado establecer el criterio de que la comida finaliza cuando el niño termina todo lo que está en el plato, porque igual el niño no tiene más apetito y no se lo va a terminar. Comer deprisa no es saludable, pero un promedio de unos 30 minutos es suficiente. El alargar las comidas a veces solo puede llevarnos a que el niño acabe aborreciendo el momento de sentarse a la mesa y lo viva más como una obligación que como un momento placentero.

h)       Por último, el establecer un menú semanal: Esto no solo ayuda al niño sino a los propios padres para organizar la compra semanal y a establecer una dieta variada. No es bueno que el niño se acostumbre a comer a la carta, que si hoy no le apetece comer pescado, pueda comer otra cosa. Debe acostumbrarse a comer lo que toca cada día y si toca algún alimento que no le gusta, por lo menos se decida a probarlo. En esos casos, podemos intentar incluir estos alimentos en la dieta, en pequeñas cantidades y cocinándolos de forma atractiva para ellos.


Espero que os haya entretenido y al mismo tiempo haya cumplido mi misión que es hacer mas fácil la educación y crianza de los reyes de la casa: "Nuestros Hijos"

martes, 3 de septiembre de 2013

La educación de la inteligencia emocional en la infancia



Las emociones están presentes en nuestro día a día, determinando nuestro estado de ánimo e influyendo en nuestra conducta y en la forma en la que nos relacionamos con los demás; por ello, el enseñar al niño desde pequeño a saber manejar esas emociones es muy importante.

La inteligencia emocional como toda conducta, es transmitida de padres a hijos, a partir de modelos que el niño crea por imitación.

Las cualidades que engloba la inteligencia emocional como son la capacidad de empatizar con el otro, de ponerse en su lugar, la expresión de los sentimientos, el autocontrol, la independencia, la capacidad de adaptación, de resolución de problemas, el respeto...etc. ; comienzan a enseñarse a través de la comunicación abierta entre padres e hijos.
 
 

Que éstos se sientan guiados por sus padres y demás adultos que les rodean, creando un clima de seguridad y confianza forma la base para el desarrollo de una buena autoestima.
Está comprobado que los padres que manifiestan afecto a sus hijos, brindan adecuados modelos de conducta y guían a sus hijos a expresar y canalizar adecuadamente sus emociones, forman a los niños de manera positiva e integral.

Cualquier tipo de juego es útil para incentivar y desarrollar estas capacidades en el niño.


Los cuentos también son estrategias importantes de aprendizaje del pensamiento emocional a la vez que nos permiten adentrarnos en la vida de otros, observando todo lo que se plasma desde una distancia de seguridad.

Además de la familia, la escuela es otra fuente de educación emocional, no sólo se limita a transmitir conocimientos, sino que en ella los niños aprenden a desarrollar actitudes éticamente valiosas; sin embargo a veces el tiempo es limitado y observamos un déficit en los aspectos relacionados con la educación de las emociones, que se debería abordar en todas las etapas evolutivas, comenzando preferentemente en la educación infantil.

Para ello, puede ser de gran ayuda el que nuestros hijos acudan a talleres con otros niños de su edad donde personas especializadas en ello se dediquen a enseñar este tipo de habilidades.

Aprender a identificar emociones, saber cómo se producen y para qué sirven, aprender comunicación no verbal, para ser capaces de identificar emociones en los demás o ser capaces de manejar la ira y la frustración, todo esto con un ambiente de juego y lúdico puede ser muy enriquecedor.

Desde nuestra consulta lanzamos talleres al respecto, tanto para padres como para niños, los primeros son destinados a padres que quieran aprender cómo transmitir a sus hijos esos valores a través de diferentes técnicas y herramientas y el segundo va dedicado a los propios niños, en grupos reducidos donde poder trabajar y potenciar su inteligencia emocional.