martes, 10 de diciembre de 2013

La llegada de un hermanito


 La llegada de un hermanito a casa suele ser un momento un tanto estresante para nuestros hijos mayores.
El que mamá tenga que estar ingresada unos días en el hospital, que ya no nos dediquen el mismo tiempo y la misma atención que antes, que ya no durmamos en la habitación de nuestros padres y que ahora las visitas fijen su atención en el recién llegado, suponen cambios en las rutinas y vida cotidiana, no sólo del niño, sino en la de toda la familia.
En la mayoría de los casos, el síntoma más aparente son los celos, pero también pueden producirse reacciones de desapego o agresividad hacia el recién nacido. Estos comportamientos suelen asociarse a un miedo a perder la atención y el afecto de los padres y a ser relegado a un segundo lugar.
Otra reacción muy común es la aparición de comportamientos más infantiles, como el volver a hacerse pipi en la cama, despertarse por la noche o llorar sin motivo.


Para prevenir este tipo de conductas, podemos llevar a cabo una serie de estrategias que faciliten un poco esa adaptación:
-Durante el embarazo es bueno ir informando a nuestro hijo de la próxima llegada de su hermano, destacando el atractivo de tener un nuevo compañero de juego y su nuevo papel como hermano mayor lo que le dará un estatus superior. Además, el  explicar con claridad que mamá va a tener que estar ingresada en el hospital unos días también nos ayudará a prevenir o a mitigar ese temor cuando se produzca esa ausencia.
Para evitar que el niño asocie el abandonar la habitación de sus padres con el nacimiento del nuevo hermano, es conveniente que se produzca con suficiente antelación para que no haga esa asociación.
-Cuando el bebé ya esté en casa, podemos seguir  reforzando ese papel de hermano mayor, dejándole participar de alguna forma en el cuidado del bebé, dándole alguna tarea sencilla como enjabonarle las piernas o ir a buscar los pañales….etc. Esta es muy buena forma de que el niño siga sintiéndose importante dentro de la familia. Sin embargo, si no quiere involucrarse con el bebé, no es bueno forzarlo. Muchos niños se adaptan a la nueva situación “ignorando” a sus hermanos durante un tiempo. Es normal, y solo hay que darle tiempo para que se acomode.
También el intentar no cambiar las rutinas anteriores, como el leerle un cuento antes de dormir o el pasar un poco de tiempo a solas con él es bueno, pues le hacen seguir sintiéndose especial.
Si aparecen reacciones de celos, deben aceptarse como una reacción normal, comprenderlo y ayudar al niño a expresar esos sentimientos de forma adecuada; por ejemplo afrontar el hecho con naturalidad y humor si el niño nos expresa que querría “devolverlo” o hacerle ver que él ya no necesita que lo cojan en brazos porque ya tiene unas piernas fuertes y es muy mayor e importante…etc..
Con respecto a las visitas, es importante el integrar al hermano mayor en los elogios e intentar que no se sienta a un lado, recalcando su papel y su ayuda en el cuidado del hermano.
Como padres en estas situaciones, lo principal es mantener una actitud cariñosa y serena e intentar repartir las manifestaciones de cariño de la forma más equitativa posible; no hay que alarmarse, la adaptación inicial a un nuevo hermano no constituye un hecho problemático que hay que resolver, sino una tarea más en el desarrollo humano: la interacción y relación con los hermanos y esto siempre es una fuente de aprendizaje y de alegrías.


Alicia Más Montañés 
Psicóloga Infanto-Juvenil.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Que la comida sea tu alimento y tu alimento tu medicina


Hoy, en el día Universal del Niño, me dispongo a escribir mi primera entrada en el blog con muchas ganas e ilusión. Me apasiona la niñez, esta etapa en la vida en la que todo está por descubrir, dónde tenemos nuestras primeras experiencias físicas, sociales y emocionales y donde poco a poco, y sin darnos cuenta, se va forjando nuestra personalidad y esa mochila de recuerdos y vivencias que llevaremos a la espalda en nuestra vida adulta.


El tema que he elegido para este, mi primer artículo, es la alimentación en la infancia; esta cumple tres funciones principales tanto en el niño como en el adulto, que son la obtención de energía necesaria para el funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente, facilitar y promover el crecimiento de los huesos y los músculos; y por último, la reconstrucción y regeneración de otras partes del cuerpo, como las uñas, el pelo...etc.



Las estrategias básicas que podemos utilizar como padres para afrontar situaciones problemáticas a la hora de comer las podríamos resumir en las siguientes:

  • a)       Establecer un ritual: Los niños funcionan muy bien con rutinas. Este ritual tiene como función predisponer al niño positivamente hacia la comida y establecer un cambio gradual entre la actividad que se esté realizando anteriormente y el ponerse directamente a comer. Podría consistir simplemente, en comer más o menos siempre a las mismas horas, y ayudar a mamá y a papá a poner los vasos, los cubiertos, el mantel…etc. También sería de utilidad que el niño/a estuviera presente alguna  vez en el momento de preparación de la misma, incluso que colaborase, sobretodo en casos en los que éste se niegue a introducir nuevos alimentos en su dieta con el fin principal de que se familiarice con ellos y se atreva a probarlos.


  • b)       Hacer de la comida un momento agradable: Es importante que el niño haga una asociación positiva con el momento de sentarse a la mesa. Para ello sería conveniente, que en la medida de lo posible, comiera toda la familia junta, procurando el tiempo necesario para ello y desterrando cualquier discusión a cuenta de lo que el niño come. Es un momento de tranquilidad, destinado a dialogar y a comentar el día, el colegio, los juegos…El evitar distracciones como la televisión, además de prevenir la obesidad, pues cuando se ve la tv pierde la noción de la cantidad de comida que está ingiriendo; facilita la comunicación y mejora el ambiente familiar.

  • c)       Ofrecer cantidades pequeñas: No existe una cantidad fija que el niño tiene que  comer; pero sobretodo a los niños pequeños, menores de seis o siete años, lo mejor es ofrecerles cantidades muy pequeñas pues pueden agobiarse si ven el plato repleto de comida. Un truco que puede emplearse es utilizar un plato grande para reducir la percepción de cantidad del niño. Niños mayores de esta edad ya pueden servirse un poco más a su gusto, pues generalmente comerán lo que ellos consideren necesario para saciar su apetito.

  • d)       No picar antes de la comida ni dejarles beber refrescos o demasiada agua durante la comida, pues puede saciarles rápidamente.

  • e)       Ofrecerles el alimento, pero nunca forzarlo: si el niño no quiere comer más no hace falta hacer comentarios, ni caer en discusiones, aunque creamos bajo nuestro criterio que no ha comido lo suficiente. Si el niño ya no come más, puede ser simplemente que ya está saciado, no debemos forzarle. Además el focalizar la atención en un alimento que por lo que sea el niño no quiere ingerir, no hará más que reforzar la repulsión que tenga el niño hacia él.

  • f)        Dar buen ejemplo: Es importante, que tanto en la comida, como en todos los aspectos de la vida diaria, seamos modelos de nuestros hijos, pues los niños suelen repetir costumbres y hábitos que realizan sus padres. En el caso de la comida, el cuidar los modales y la higiene a la hora de sentarnos a la mesa es fundamental: lavarse las manos antes de comer, utilizar servilletas, no comer con la boca abierta, son aprendizajes que se realizan ya a una edad temprana y por imitación.

  • g)        Limitar el tiempo de la comida: no es adecuado establecer el criterio de que la comida finaliza cuando el niño termina todo lo que está en el plato, porque igual el niño no tiene más apetito y no se lo va a terminar. Comer deprisa no es saludable, pero un promedio de unos 30 minutos es suficiente. El alargar las comidas a veces solo puede llevarnos a que el niño acabe aborreciendo el momento de sentarse a la mesa y lo viva más como una obligación que como un momento placentero.

h)       Por último, el establecer un menú semanal: Esto no solo ayuda al niño sino a los propios padres para organizar la compra semanal y a establecer una dieta variada. No es bueno que el niño se acostumbre a comer a la carta, que si hoy no le apetece comer pescado, pueda comer otra cosa. Debe acostumbrarse a comer lo que toca cada día y si toca algún alimento que no le gusta, por lo menos se decida a probarlo. En esos casos, podemos intentar incluir estos alimentos en la dieta, en pequeñas cantidades y cocinándolos de forma atractiva para ellos.


Espero que os haya entretenido y al mismo tiempo haya cumplido mi misión que es hacer mas fácil la educación y crianza de los reyes de la casa: "Nuestros Hijos"

martes, 3 de septiembre de 2013

La educación de la inteligencia emocional en la infancia



Las emociones están presentes en nuestro día a día, determinando nuestro estado de ánimo e influyendo en nuestra conducta y en la forma en la que nos relacionamos con los demás; por ello, el enseñar al niño desde pequeño a saber manejar esas emociones es muy importante.

La inteligencia emocional como toda conducta, es transmitida de padres a hijos, a partir de modelos que el niño crea por imitación.

Las cualidades que engloba la inteligencia emocional como son la capacidad de empatizar con el otro, de ponerse en su lugar, la expresión de los sentimientos, el autocontrol, la independencia, la capacidad de adaptación, de resolución de problemas, el respeto...etc. ; comienzan a enseñarse a través de la comunicación abierta entre padres e hijos.
 
 

Que éstos se sientan guiados por sus padres y demás adultos que les rodean, creando un clima de seguridad y confianza forma la base para el desarrollo de una buena autoestima.
Está comprobado que los padres que manifiestan afecto a sus hijos, brindan adecuados modelos de conducta y guían a sus hijos a expresar y canalizar adecuadamente sus emociones, forman a los niños de manera positiva e integral.

Cualquier tipo de juego es útil para incentivar y desarrollar estas capacidades en el niño.


Los cuentos también son estrategias importantes de aprendizaje del pensamiento emocional a la vez que nos permiten adentrarnos en la vida de otros, observando todo lo que se plasma desde una distancia de seguridad.

Además de la familia, la escuela es otra fuente de educación emocional, no sólo se limita a transmitir conocimientos, sino que en ella los niños aprenden a desarrollar actitudes éticamente valiosas; sin embargo a veces el tiempo es limitado y observamos un déficit en los aspectos relacionados con la educación de las emociones, que se debería abordar en todas las etapas evolutivas, comenzando preferentemente en la educación infantil.

Para ello, puede ser de gran ayuda el que nuestros hijos acudan a talleres con otros niños de su edad donde personas especializadas en ello se dediquen a enseñar este tipo de habilidades.

Aprender a identificar emociones, saber cómo se producen y para qué sirven, aprender comunicación no verbal, para ser capaces de identificar emociones en los demás o ser capaces de manejar la ira y la frustración, todo esto con un ambiente de juego y lúdico puede ser muy enriquecedor.

Desde nuestra consulta lanzamos talleres al respecto, tanto para padres como para niños, los primeros son destinados a padres que quieran aprender cómo transmitir a sus hijos esos valores a través de diferentes técnicas y herramientas y el segundo va dedicado a los propios niños, en grupos reducidos donde poder trabajar y potenciar su inteligencia emocional.

 


sábado, 20 de julio de 2013

Vacaciones de verano: rutinas, campamentos y deberes



Ha llegado el verano y con él, las vacaciones escolares, con todos los cambios en la dinámica familiar que eso conlleva: más tiempo libre, actividades fuera de casa, cambios en las rutinas y horarios,…
Hay muchos padres y madres que llegadas las vacaciones de los niños nos plantean dudas en relación a, sobre todo, tres cuestiones: ¿se debe ser flexible con las rutinas de descanso, horarios, etc?, ¿dejo que mi hijo vaya de campamentos? y finalmente, ¿hay que hacer deberes en vacaciones?.
En cuanto a los horarios, rutinas habituales de sueño, alimentación, etc, podemos ser un poco más flexibles, dejando que los niños se acuesten y se levanten más tarde, que jueguen un poco más a los videojuegos o vean un ratito más la tele. Muchos expertos dicen que el horario de acostarse y levantarse no debe retrasarse más de dos horas, salvo excepciones. Lo que sí que es aconsejable, es que estas rutinas se vayan acercando al horario habitual paulatinamente cuando se acerca el regreso al colegio.

Por otro lado, cada vez es más frecuente que en esta temporada de vacaciones, los niños acudan a algún campamento o campus de verano. En primer lugar, porque las vacaciones de los niños suelen ser mucho más extensas que las de los padres y estos campamentos nos aportan un entorno seguro donde atienden a nuestros hijos durante nuestro horario laboral estival. Dejando de lado este tipo de cuestiones, podemos encontrar muchas ventajas para el desarrollo de nuestros hijos: aportan nuevas experiencias de desarrollo social y emocional, los niños aprenden en un entorno lúdico, aprenden a comunicarse, convivir, integrarse. Además, hoy en día hay multitud de campus diferentes, desde los que duran un día hasta los semanales o quincenales; los que sólo son unas horas unos cuantos días, hasta los que los niños pernoctan en el campamento varios días; también encontramos desde los más lúdicos hasta los que se centran en el aprendizaje de un idioma o deporte. Para elegir el más adecuado a las necesidades de nuestros hijos tenderemos que tener en cuenta algunas cuestiones como horarios, edad del niño, qué actividades le gustaría hacer a nuestro hijo, si ha salido alguna vez a algún otro tipo de actividad fuera de la ciudad, quienes son los responsables del campamento, etc. En cualquier caso, los campus son una alternativa que no sólo va a hacer que el niño esté cuidado y entretenido durante el verano, sino que puede ser muy beneficioso para su desarrollo afectivo,  social y cognitivo.
Por último, en cuanto a los “deberes”, tenemos que decir que hay muchas opiniones al respecto, desde los que opinan que el verano el niño tiene que dejar cualquier actividad escolar, hasta los que opinan que hay que mantener una rutina durante todo el verano. En mi opinión, lo más adecuado sería un punto medio: hacemos alguna actividad un ratito al día. A no ser que el niño tenga que recuperar alguna asignatura en septiembre, donde sí que estableceríamos una rutina más estricta o incluso sería conveniente que hiciera alguna actividad de estudio controlado (las academias de “repaso”), se puede dedicar un momento del día para hacer actividades escolares. Estas actividades tendrán que ser menos rígidas que los deberes que les mandan a los niños durante el invierno. Además podemos aprovechar las actividades de veraneo para hacer esos repasos: si vamos al campo podemos intentar reconocer plantas y árboles, podemos repasar la geografía mientras hacemos un viaje, leemos los carteles del pueblo que no conocemos, clasificamos las piedras que hemos recogido en la playa,…
No debemos olvidar que, como los adultos, los niños también necesitan un tiempo de desconexión, de reactivación, de recarga de pilas, y eso, lo hacen durante las vacaciones de verano. 

¡FELICES VACACIONES!

viernes, 24 de mayo de 2013

TDAH: ASPECTOS CLÍNICOS


 El trastorno de déficit de atención es un trastorno con un cuadro sintomático muy heterogéneo desde el punto de vista clínico y de pronóstico. Se caracteriza básicamente por una atención dispersa y lábil, impulsividad e inquietud motriz exagerada para la edad del niño y sin ningún objetivo.

El TDAH se ha descrito desde la antigüedad y que ha quedado reflejado en diferentes documentos literarios o artísticos y aunque hasta ahora se ha considerado un problema de conducta, hoy en día se conceptualiza como un trastorno del neurodesarrollo, como los trastornos de comunicación, de desarrollo intelectual , los del espectro autista, los trastornos del aprendizaje y los motores.

 


Los criterios más utilizados para el diagnóstico del TDAH provienen de la Asociación de  Psiquiatría Americana (APA) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los primeros se recogen en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés) y los segundos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

 

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DEL DSM-IV-TR

 
A.Debe cumplir 6 o más de los síntomas siguientes para el déficit de atención y/o hiperactividad, síntomas que debe haber estado presentes durante más de 6 meses.

Déficit de atención

1. No pone atención a los detalles y comete errores frecuentes por descuido

2. Tiene dificultad para mantener la atención en las tareas y los juegos

3. No parece escuchar lo que se le dice cuando se le habla directamente

4. No sigue las instrucciones, no termina las tareas en la escuela, no termina los “recados”, a pesar de entenderlos

5. Dificultades para organizar sus tareas y actividades

6. Evita o rechaza realizar tareas que le demanden esfuerzo

7. Pierde sus útiles o cosas necesarias para hacer sus actividades obligatorias (lapiceros, libros...)

8. Se distrae fácilmente con estímulos irrelevantes

9. Olvidadizo en las actividades de la vida diaria

Hiperactividad-impulsividad

1. Molesta moviendo las manos y los pies mientras está sentado

2. Se levanta del puesto en la clase o en otras situaciones donde debe estar sentado

3. Corretea, trepa... en situaciones inadecuadas

4. Dificultad para relajarse o practicar juegos donde debe permanecer quieto

5. Está continuamente en marcha como si tuviera un motor por dentro

6. Habla excesivamente

7. Contesta o actúa antes de que se terminen de formular las preguntas

8. Tiene dificultad para esperar turnos en los juegos

9. Interrumpe las conversaciones o los juegos de los demás

 

B. Algunos síntomas presentes antes de los 7 años

C. Síntomas presentes en dos o más lugares (escuela, casa...)

D. Clara evidencia de afectación social, académica u ocupacional

E. Exclusión previa de otros trastornos del desarrollo que puedan estar justificando la sintomatología a estudio.



TDAH combinado: mínimo 6 síntomas de inatención y 6 de hiperactividad/impulsividad.

TDAH inatento: mínimo 6 síntomas de inatención.

TDAH hiperactivo/impulsivo: mínimo 6 síntomas de hiperactividad/impulsividad.



Actualmente se están preparando los criterios del DSM-IV, en el que se harán algunas puntualizaciones a los síntomas, en concreto propone cambios en la redacción para poder definir características en adolescentes y adultos,  y en cuanto a los tipos de TDAH propone:



Combinada: mínimo 6 síntomas de inatención y 6 de hiperactividad/impulsividad.

Inatenta restrictiva: mínimo 6 síntomas de inatención y máximo 2 síntomas de Hiperactividad/Impulsividad

Inatenta: Idem TDAH inatento (excepto que mínimo 3 síntomas de hiperactividad/impulsividad).

Hiperactiva/impulsiva: Idem TDAH hiperactivo/impulsivo.



El Trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad (TDAH) es el problema más frecuente en la neurología del desarrollo y uno de los motivos más prevalentes en la consulta neuropediátrica. Se acepta generalmente que en la práctica, la prevalencia de este trastorno se sitúa aproximadamente en el 6% (3-10%). Esta prevalencia supondría la existencia en nuestro país de 400.000 niños y adolescentes afectados.



CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LOS NIÑOS/AS CON TDAH

Dos son los ejes principales sobre los que incide el TDAH: el déficit de atención y la hiperactividad-impulsividad. La mayoría de los niños presentan un trastorno de tipo combinado con características de ambos ejes.

LA CONDUCTA: nos referimos a comportamientos observables.

-La conducta desatenta: la falta de atención tiene manifestaciones comportamentales y cognitivas. En relación a las conductuales o comportamentales, son niños que suelen cometer más fallos aún siendo tareas motivantes, atienden a los estímulos novedosos como el color, los cambios en las formas o en el tamaño y el movimiento. No establecen de forma correcta un orden de prioridades ante los estímulos que se les presentan.



-La conducta hiperactiva: hace referencia a la excesiva actividad motora, necesidad de moverse constantemente y falta de autocontrol emocional y corporal. Esta excesiva movilidad suele desaparecer en la adolescencia, pero persisten los problemas de atención y de impulsividad. Muchas veces, cuando la actividad  motora es muy excesiva, puede deteriorar la relación del niño con el entorno e incluso hay casos en los que los niños presentan dificultades en la coordinación motriz.



-La conducta impulsiva: las manifestaciones conductuales de la impulsividad tienen que ver con la falta de control: actuar sin prever las consecuencias, deseo de gratificación inmediata, propensión a los accidentes,…

Otras manifestaciones comportamentales del TDAH son: desorganización personal (material escolar desordenado, pérdida constante de objetos, dificultades al colocar los datos de un problema de matemáticas,…).

En algunos casos, estas dificultades comportamentales dan lugar a problemas graves de comportamiento, incluso durante un tiempo se consideró que la hiperactividad y la agresividad eran un mismo problema.



FUNCIONAMIENTO COGNITIVO: el TDAH no es una disfunción cognitiva, ni correlaciona con ningún tipo de disfunción cognitiva; lo que sí que suele suceder, es que por los problemas de atención, pueden dar puntuaciones inferiores a la media en las pruebas de capacidad cognitiva. Podemos decir que las personas con TDAH tienen un funcionamiento cognitivo diferente, no inferior ni superior. Vamos a ver algunas de las características del funcionamiento cognitivo de las personas con este problema:

-Dificultades en la atención controlada y en procesar varios estímulos a la vez. Cuantos más estímulos irrelevantes haya, peor es su rendimiento. Además, puede haber dificultad para distinguir qué estímulos son relevantes para la realización de una tarea.

-Muestran bajo rendimiento cuando la tarea es larga o repetitiva y atienden más a estímulos novedosos y rápidos.

-Suelen procesar la información de manera superficial, por lo que tienen dificultades en recordar lo aprendido.

-Procesan la información de manera impulsiva, es decir, no analizan los datos e incluso dan respuesta sin haber completado  la lectura o escucha de la información.

-En ocasiones muestran inflexibilidad cognitiva: pueden cometer el mismo error una tras otra vez y tienen dificultad para mostrar una respuesta alternativa más adecuada a la situación.

- Dificultades en la función ejecutiva: la función ejecutiva es la capacidad cognitiva plana planificar y organizar la información, aspecto en el que las personas con TDAH pueden mostrar grandes dificultades.

-Necesitan pautas para organizarse y un refuerzo continuo



Aunque muchos niños con TDAH tienen problemas de aprendizaje, no siempre es así, pero sí  es cierto que la mayoría pueden tener problemas escolares. Las dificultades más frecuentes son: problemas con la comprensión y fluidez lectora, dificultades en el cálculo y la resolución de problemas matemáticos, problemas en la psicomotricidad fina y la coordinación visomotora, rotaciones u omisiones en la escritura,… la mayoría de estas dificultades vienen derivadas de los problemas atencionales y de impulsividad.

Como es lógico, no todas las personas que padecen TDAH padecen todos los síntomas y características que hemos descrito, por lo que es necesario hacer una evaluación exhaustiva del niño para así, adecuar el tratamiento a sus necesidades personales.




 

 

lunes, 6 de mayo de 2013

OBEDIENCIA: ¡TE LO REPITO MIL VECES Y SIGUES SIN HACERME CASO!


 
¡Cuántas veces habré escuchado de los papás frases como estas!: “no obedece”, “le tengo que repetir las cosas mil veces y nada, como si oyera llover”, “parece que sea sordo, no escucha”, “para lo que le interesa bien que obedece a la primera”.  El objetivo de este artículo es que los padres que os reconozcáis en esas frases introductorias, podáis poner en práctica algunos consejos o medidas para solventar esos problemillas de obediencia tan cotidianos.

¿Por qué desobedecen los niños? Los niños y niñas no nacen desobedientes, la obediencia y la desobediencia son conductas que se aprenden aunque el aprendizaje sea más difícil en unos/as niños/as que en otros/as.

 


 Muchos niños que desobedecen han aprendido  que hasta que papá o mamá no me lo repite 6 o 7 veces, no obedezco. Por ejemplo: mamá desde la cocina, grita una orden: “apaga la tele y haz los deberes”. Por supuesto, el niño o niña sigue haciendo lo que le gusta sabiendo que mamá lo va a repetir varias veces más y sólo hasta que oyen a mamá que llega al salón como un miura, es cuando obedecen. Tanto los hijos como los padres, saben que eso se repite en la mayoría de veces que les da una orden, por lo tanto, responden cuando ven que “ahora sí que va en serio”. Lo habitual es que en ese punto la madre o padre esté echando humo por la nariz, diciéndole al niño lo malo que es y lo mal que se porta y olvidando que los padres somos los responsables de que el niño aprenda una manera alternativa de comportarse.

 

Además, en ocasiones, la desobediencia es un modo de atraer la atención de los adultos. Los niños y las niñas deben obtener más atención por obedecer que por desobedecer SIEMPRE.

 

Hemos dicho que los niños no nacen desobedientes y que la obediencia y desobediencia es una conducta que se aprende, así que, ¿cómo aprendemos a comportarnos?

Las conductas que los niños (y también los adultos) muestran, dependen de las consecuencias que estas conductas producen, es decir, los comportamientos o conductas que obtengan consecuencias positivas, tenderán a repetirse en el futuro. Igualmente, las conductas que producen consecuencias negativas, tienden a reproducirse con menor probabilidad.

 

Este principio básico de aprendizaje es el que seguiremos a la hora de modificar las conductas de desobediencia de los niños.

 

Desobediencia: ¿qué hacer?. Es necesario registrar durante un periodo de tiempo por ejemplo una semana el número de veces que el niño o la niña se niega a obedecer. Si el niño o la niña realizan el registro o colaboran en el mismo es mucho mejor para los futuros resultados de la intervención.

 

-       Elegiremos las instrucciones o normas a las que consideramos más urgente que obedezca.

-       Es necesario informar al niño o la niña de los progresos en obediencia, trasmitiéndole confianza en que puede conseguirlo, y que si le exigimos, es porque sabemos que puede hacerlo.

-       Plantear un plan de premios que podrá obtener por obedecer (tiempo de juego, salidas o pequeños regalitos) y las consecuencias negativas (castigos) que puede tener por desobedecer (eliminar un privilegio, no ver TV...). Pero los reforzadores más importantes para niños y niñas son; el cariño, la atención, las sonrisas y la aprobación de los adultos que le rodean.

-       La exigencia a obedecer debe ser gradual. Se debe comenzar por cosas a las que le resulte fácil obedecer para que podamos premiarlo/ a por ello sobre todo con nuestra atención, para que “le coja gusto o le compense ser obediente”

-       .Asociar la obediencia a las tareas cooperativas “yo escribo mientras tu haces las tareas, recogemos juntos...”, Realizar actividades juntos no significa hacerlo por él o ella.

 

DAR ÓRDENES DE MANERA ADECUADA

-          Distinguir órdenes de peticiones: las órdenes están referidas a normas y responsabilidades básicas del niño; las peticiones son más bien favores o caprichos personales, que de alguna manera pueden o no cumplir.

-          Reducir el número de órdenes: se dan de una en una, a mayor edad se pueden ampliar.

-          Orden clara: el niño tiene que saber perfectamente lo que debe hacer

-          Dar la orden con seguridad y contundencia: tono de voz firme, sin dar alternativas

-          Dar la orden cerca del niño, mirándole y asegurándonos de que nos está escuchando

-          Si el niño no quiere o no obedece: no ceder porque la próxima vez tampoco lo cumplirá. Obligarle adoptando medidas: llamarle la atención (máximo tres veces) y si aun así no lo hace, adoptar alguna de las medidas que exponemos a continuación.

MEDIDAS ESPECÍFICAS SI SE INCUMPLEN LAS NORMAS O LAS RESPONSABILIDADES

1.     Recordar la norma o responsabilidad

2.     Regañar: con buenas palabras pero contundentes y a la vez explicarles cómo esperamos que actúe.

3.     Sufrir las consecuencias.

4.     Sobrecorrección: repetir lo que no ha querido hacer o reparar el daño realizado.

5.     Retirada de privilegios: suprimir temporalmente objetos o actividades agradables.

6.     Tiempo fuera: retirar al niño a un sitio aburrido, sin ningún estímulo, pero seguro y que no le de miedo. Estará tantos minutos como años tenga. Previamente el niño debe conocer que el tiempo que va a  estar allí es limitado. Si se escapa, se le hará volver y  se le penalizará con un minuto más. No comentar lo sucedido.

 

Os animo a que pongáis en prácticas estas estrategias, aún si vuestro hijo es muy pequeño, ya que los límites y las normas deben aplicarse en todos los niveles de desarrollo de los niños.