La autoestima es la evaluación que hacemos de nosotros
mismos, cómo nos juzgamos o nos valoramos. Sería algo parecido a un espejo
interno en el que influyen factores como los logros que hemos conseguido a lo
largo de nuestra vida y cómo los valoramos, lo que creemos que los demás opinan
de nosotros, nuestras experiencias de vida, frustraciones, decepciones…etc.
Es algo totalmente subjetivo, muchas veces la imagen que
tenemos de nosotros no se corresponde con lo que los demás perciben o con los
que realmente somos.
Ya desde la infancia, se pueden aprender habilidades para
desarrollar una autoestima fuerte y sana.
-El apego, el vínculo que establecemos con nuestros hijos,
es uno de los factores principales para la construcción de una buena
autoestima. Las experiencias tempranas que forman el apego, cómo alimentamos y
cuidamos a nuestros hijos, influyen en
su desarrollo emocional. Un apego seguro, basado en la seguridad que nuestro
hijo sea valorado y querido por nosotros creará una relación estable y cálida
con él que influirá en su autoestima. En la familia, el niño empieza su proceso
de socialización y con nosotros adquirirá herramientas para enfrentarse a
situaciones en un futuro.
-Además de esta seguridad, debemos de brindar a nuestros
hijos la oportunidad de elegir, de equivocarse, para que sean capaces de asumir
las consecuencias de sus actos y de superarse, motivándoles hacia actividades
que le gusten y que desarrollen alguna de sus capacidades.
Por ejemplo, no debemos obligar a nuestros hijos a apuntarse
a determinada extraescolar, las extraescolares son actividades no obligatorias
y están dentro de su tiempo libre, debe ser algo que él elija y que le guste.
-Fomentar su espíritu crítico, que desarrollen sus propias
ideas sobre diferentes temas, pedirles su opinión sobre noticias que aparezcan
en televisión o sobre temas del día a día,fomenta el que ellos vayan creando su
propio pensamiento independiente. Hay que dejarle claro que a todo el mundo no
le gusta lo mismo, y si no sería muy aburrido, para que él mismo vaya
aprendiendo a no ceder a la presión de grupo y a desarrollar su propia
personalidad.
-Aprender a
identificar cada una de nuestras emociones con palabras y a señalar diferentes
formas de expresión de las mismas y cúales son adecuadas y cúales no en función
de la situación. Así aprenderemos a controlar y canalizar esas emociones y que
no sean ellas las que nos dominen a nosotros. Además el identificar nuestras
propias emociones nos ayudará a hacerlo en los demás, saber cómo puede sentirse
el otro, tan fundamental en las relaciones con los demás.
-La relación con los iguales, también tiene una gran
influencia en esta autoestima. La relación que establezcan con niños de su
edad, implican aceptar nuevas pautas de actuación diferentes a las que ellos
estaban acostumbrados en casa. Deben aprender a ceder turnos, a compartir, a
resolver conflictos con amigos, a respetarse unos a otros, sin nuestra
protección. Para ello, sobretodo en edades escolares, el juego es fundamental,
pues es donde aprenden a distinguir situaciones reales de las imaginarias y
analizar situaciones cotidianas.
No debemos olvidarnos de todo esto, pues es en la infancia y
en la adolescencia donde forjamos las bases de la autoestima que nos acompañará
durante toda nuestra vida y como padres, debemos ayudar a que ésta sea fuerte y
estable.