Ha
llegado el verano y con él, las vacaciones escolares, con todos los cambios en
la dinámica familiar que eso conlleva: más tiempo libre, actividades fuera de
casa, cambios en las rutinas y horarios,…
Hay
muchos padres y madres que llegadas las vacaciones de los niños nos plantean
dudas en relación a, sobre todo, tres cuestiones: ¿se debe ser flexible con las
rutinas de descanso, horarios, etc?, ¿dejo que mi hijo vaya de campamentos? y
finalmente, ¿hay que hacer deberes en vacaciones?.
En
cuanto a los horarios, rutinas habituales de sueño, alimentación, etc, podemos
ser un poco más flexibles, dejando que los niños se acuesten y se levanten más
tarde, que jueguen un poco más a los videojuegos o vean un ratito más la tele.
Muchos expertos dicen que el horario de acostarse y levantarse no debe
retrasarse más de dos horas, salvo excepciones. Lo que sí que es aconsejable,
es que estas rutinas se vayan acercando al horario habitual paulatinamente
cuando se acerca el regreso al colegio.
Por
otro lado, cada vez es más frecuente que en esta temporada de vacaciones, los
niños acudan a algún campamento o campus de verano. En primer lugar, porque las
vacaciones de los niños suelen ser mucho más extensas que las de los padres y
estos campamentos nos aportan un entorno seguro donde atienden a nuestros hijos
durante nuestro horario laboral estival. Dejando de lado este tipo de
cuestiones, podemos encontrar muchas ventajas para el desarrollo de nuestros
hijos: aportan nuevas experiencias de desarrollo social y emocional, los niños
aprenden en un entorno lúdico, aprenden a comunicarse, convivir, integrarse.
Además, hoy en día hay multitud de campus diferentes, desde los que duran un
día hasta los semanales o quincenales; los que sólo son unas horas unos cuantos
días, hasta los que los niños pernoctan en el campamento varios días; también
encontramos desde los más lúdicos hasta los que se centran en el aprendizaje de
un idioma o deporte. Para elegir el más adecuado a las necesidades de nuestros
hijos tenderemos que tener en cuenta algunas cuestiones como horarios, edad del
niño, qué actividades le gustaría hacer a nuestro hijo, si ha salido alguna vez
a algún otro tipo de actividad fuera de la ciudad, quienes son los responsables
del campamento, etc. En cualquier caso, los campus son una alternativa que no
sólo va a hacer que el niño esté cuidado y entretenido durante el verano, sino
que puede ser muy beneficioso para su desarrollo afectivo, social y cognitivo.
Por
último, en cuanto a los “deberes”, tenemos que decir que hay muchas opiniones
al respecto, desde los que opinan que el verano el niño tiene que dejar
cualquier actividad escolar, hasta los que opinan que hay que mantener una
rutina durante todo el verano. En mi opinión, lo más adecuado sería un punto
medio: hacemos alguna actividad un ratito al día. A no ser que el niño tenga
que recuperar alguna asignatura en septiembre, donde sí que estableceríamos una
rutina más estricta o incluso sería conveniente que hiciera alguna actividad de
estudio controlado (las academias de “repaso”), se puede dedicar un momento del
día para hacer actividades escolares. Estas actividades tendrán que ser menos
rígidas que los deberes que les mandan a los niños durante el invierno. Además
podemos aprovechar las actividades de veraneo para hacer esos repasos: si vamos
al campo podemos intentar reconocer plantas y árboles, podemos repasar la
geografía mientras hacemos un viaje, leemos los carteles del pueblo que no
conocemos, clasificamos las piedras que hemos recogido en la playa,…
No
debemos olvidar que, como los adultos, los niños también necesitan un tiempo de
desconexión, de reactivación, de recarga de pilas, y eso, lo hacen durante las
vacaciones de verano.
¡FELICES
VACACIONES!