Las emociones están presentes en nuestro día a día,
determinando nuestro estado de ánimo e influyendo en nuestra conducta y en la
forma en la que nos relacionamos con los demás; por ello, el enseñar al niño
desde pequeño a saber manejar esas emociones es muy importante.
La inteligencia emocional como toda conducta, es transmitida
de padres a hijos, a partir de modelos que el niño crea por imitación.
Las cualidades que engloba la inteligencia emocional como
son la capacidad de empatizar con el otro, de ponerse en su lugar, la expresión
de los sentimientos, el autocontrol, la independencia, la capacidad de
adaptación, de resolución de problemas, el respeto...etc. ; comienzan a enseñarse
a través de la comunicación abierta entre padres e hijos.
Que éstos se sientan guiados por sus padres y demás adultos
que les rodean, creando un clima de seguridad y confianza forma la base para el
desarrollo de una buena autoestima.
Está comprobado que los padres que manifiestan afecto a sus hijos, brindan adecuados modelos de conducta y guían a sus hijos a expresar y canalizar adecuadamente sus emociones, forman a los niños de manera positiva e integral.
Está comprobado que los padres que manifiestan afecto a sus hijos, brindan adecuados modelos de conducta y guían a sus hijos a expresar y canalizar adecuadamente sus emociones, forman a los niños de manera positiva e integral.
Cualquier tipo de juego es útil para incentivar y
desarrollar estas capacidades en el niño.
Los cuentos también son estrategias importantes de
aprendizaje del pensamiento emocional a la vez que
nos permiten adentrarnos en la vida de otros, observando todo lo que se plasma
desde una distancia de seguridad.
Además de la familia, la escuela
es otra fuente de educación emocional, no sólo se limita a transmitir
conocimientos, sino que en ella los niños aprenden a desarrollar actitudes
éticamente valiosas; sin embargo a veces el tiempo es limitado y observamos un déficit
en los aspectos relacionados con la educación de las emociones, que se debería
abordar en todas las etapas evolutivas, comenzando preferentemente en la
educación infantil.
Para ello, puede ser de gran ayuda
el que nuestros hijos acudan a talleres con otros niños de su edad donde
personas especializadas en ello se dediquen a enseñar este tipo de habilidades.
Aprender a identificar emociones,
saber cómo se producen y para qué sirven, aprender comunicación no verbal, para
ser capaces de identificar emociones en los demás o ser capaces de manejar la
ira y la frustración, todo esto con un ambiente de juego y lúdico puede ser muy
enriquecedor.
Desde nuestra consulta lanzamos
talleres al respecto, tanto para padres como para niños, los primeros son destinados
a padres que quieran aprender cómo transmitir a sus hijos esos valores a través
de diferentes técnicas y herramientas y el segundo va dedicado a los propios
niños, en grupos reducidos donde poder trabajar y potenciar su inteligencia
emocional.