En artículos anteriores hemos
hablado del concepto de inteligencia emocional, de la importancia de educar en
inteligencia emocional, consecuencias negativas de no educarla, etc.
En este artículo, daremos algunas
ideas generales sobre cómo educar la inteligencia emocional. Evidentemente es
algo que no se aprende leyendo unas cuantas líneas, pero os animamos a poner en
práctica estos consejos.
Hasta los dos años, los niños
tienen la oportunidad de construir los circuitos neuronales que determinarán su
temperamento y su forma de afrontar las diferentes situaciones a lo largo de su
vida, es lo que se llama “ventanas de
oportunidad”. Está claro que se
pueden realizar aprendizajes una vez cerradas las ventanas, pero serán menos
efectivos.
Para estimular las ventanas de
oportunidad emocional es importante estimular al bebé a través del “diálogo
tónico”, que es esa forma tan peculiar de relacionarnos con los bebés, el tono
de voz que usamos, los murmullos, las caricias, hacer reír al bebé, tocarle,
abrazarle, apoyar su cabeza en nuestro pecho y que oiga nuestro corazón y
sienta nuestra respiración, jugar, correr, llorar,… Todas estas conductas harán
que el niño se sienta tranquilo, cómodo y seguro.
Pasamos ahora a describir algunas
pautas para estimular o desarrollar los dos núcleos de inteligencia emocional:
la intrapersonal y la interpersonal:
INTELIGENCIA INTRAPERSONAL
Básicamente es el conocimiento de
uno mismo, de sus emociones, de sus capacidades, y del control de éstos.
Incluiremos: autoconocimiento, autocontrol y autoestima.
- Autoconocimiento: ayuda al niño a reconocer y expresar sus
emociones y sentimientos. Ser capaces de nombrar emociones les ayuda a
reconocerlas cuando las sienten y saber lo que están sintiendo puede
ayudar a sobrellevar esa emoción. Relaciona gestos con sentimientos:
sorpresa, tristeza, enfado, alegría, miedo,… Si le enseñamos al niño a
reconocer sus emociones, no le niegues tenerlas; si dice que está
enfadado, deja que esté enfadado, no le digas que no tiene que estar así:
pregúntale por qué.
- Autocontrol: es la capacidad para regularnos antes las
frustraciones. Una vez que el niño sabe reconocer sus emociones, se les
tiene que dar normas básicas para enfrentarse a ellas, por ejemplo,
“cuando te enfades no puedes hacerte daño a ti, ni a los demás ni a las
cosas; si puedes: dar puñetazos a un cojín, dibujar una figura
enfadada,..” expresar lo enfadados que estamos es saludable. Además
enseñaremos al niño a respirar hondo, relajarse,… Otro aspecto importante
es enseñar con el ejemplo, enseñarles cómo es adecuado expresar las
emociones sin causar daño.
- Autoestima: es la valoración que hacemos de nosotros mismos.
Debemos reforzar lo que hagan bien y hacerlo en su justa medida. Mostrar
nuestra aprobación por aquellas cosas que nos gustan de nuestros
hijos. Hazle saber que es una
persona capaz e inteligente, evita magnificar sus acciones, ya que podemos
hacer que cuando se equivoque tenga poca tolerancia a la frustración. Las
críticas deben hacerse centrando la
atención en la conducta inadecuada y no en la persona. Debemos
interesarnos por sus sentimientos y su bienestar emocional. Otro aspecto
importante es no sobreproteger: deja que tu hijo tome sus decisiones, se
equivoque y aprenda de esa decisión.
Actividades para estimular la
inteligencia intrapersonal
-
Jugar de cara a un espejo, hacer muecas,
expresiones, reconocer partes del cuerpo, tapar zonas del espejo y reconocer lo
que se refleja,…
-
Crear caras con diferentes expresiones
-
Cuentos, hacer imitaciones,…
INTELIGENCIA INTERPERSONAL
Nos referimos a la habilidad para
relacionarnos con los demás de manera efectiva. Hablaremos de empatía,
asertividad y escucha activa.
- Empatía: ponerse en el lugar del otro, y es una capacidad que
se desarrolla en los primeros seis años de vida. Durante el primer año de
vida, el niño se vuelve para observar a otro niño que llora y es probable
que se ponga a llorar también él. Ente el primer y segundo año, entienden
que la congoja del otro no es la suya y tratan de reducir la tristeza del
otro.
- Asertividad: es la capacidad de hacer valer nuestros derechos,
respetando los de los demás. Esta habilidad es importante para hacer de
modelo a los hijos y poder educarles emocionalmente. Comportarnos de
manera asertiva reduce la ansiedad y nos hace sentirnos bien, ya que a
través de la asertividad expresamos nuestros deseos de una manera franca,
abierta y directa, logrando lo que queremos sin atentar contra los demás.
Las respuestas se pueden clasificar en pasivas, agresivas y asertivas,
siendo las asertivas las más adecuadas desde un punto de vista educativo y
emocional. Es una habilidad que permite
hacer multitud de cosas, desde saber formular una crítica, aceptar
o recibir un halago, hasta manifestar una queja.
- Escucha activa: es un requisito básico para lograr empatizar con los demás. Se trata de escuchar al otro desprendiéndonos de nuestros juicios y opiniones personales, concentrando nuestra atención en el mensaje que nos transmite nuestro interlocutor. Cometemos muchos errores en relación a escuchar a los niños como interrumpirlos constantemente, juzgar o valorar cada comentario que hacen, ofrecer ayuda sin que nos la pidan, quitarle importancia a sus sentimientos usando expresiones como “eso no es nada”. Para escuchar activamente a nuestros hijos, tenemos que hacer lo posible para dedicarles nuestra atención, si estamos haciendo algo es mejor aplazarlo hasta que nos cuenten lo que quieren; mirarles mientras nos hablan, asentir, repetir o hacer un breve resumen de lo que nos cuentan,..
-
Actividades tipo dar nombre a los sentimientos y
relacionar gestos con sentimientos.
-
Imitar gestos de personajes, personas conocidas:
se pueden hacer gestos faciales o corporales.
-
Ver fotos de personas conocidas y preguntar
sobre quiénes son, qué hacen,…
-
Recrear situaciones de un programa infantil.
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