Ante
una situación de pérdida en la familia o entorno cercano, resulta complicado
para los familiares explicar al niño lo
que ha ocurrido. ¿Debemos explicárselo? ¿Cómo va a reaccionar? ¿Quién es la
persona adecuada para ello? Estas y otras preguntas surgirán con frecuencia
cuando nos encontremos ante una pérdida.
Se cae
en el error muchas veces de pensar que los niños no entienden la muerte como
los adultos y que debemos dejarlos al margen. Si bien es cierto que reaccionan
de una manera diferente a como lo hacen los adultos pero es debido a su menor
capacidad para expresarse o comprender lo sucedido.
¿Cómo va a reaccionar?
Cada
niño reaccionará de una manera diferente, pueden mostrarse indiferentes,
tristes, ansiosos, con rabia, con conductas regresivas (como si fueran más
pequeños), dificultades en su rendimiento académico, problemas de sueño. No
existe una única manera de expresar el dolor, por lo que estas reacciones son
normales.
¿Cómo se le dice?
La
persona más adecuada para explicárselo al niño será con la que tenga una
relación más cercana y estrecha. Se ha de explicar lo antes posible antes de
que pueda enterarse por otras vías.
Más importante
que el qué decir es cómo decirlo.
Tenemos que tener un tono de voz tranquilo, sosegado, afectuoso y con
contacto físico (abrazos, coger la mano). No hay que contener nuestras
emociones, es positivo para el niño ver que puede exteriorizar lo que él
siente.
¿Qué hay que decirle?
Las
explicaciones que le demos al niño han de ser sencillas y directas. Tenemos que
ser sinceros, explicar de manera fácil lo que ha ocurrido. Podemos decir cosas
positivas como “no sufrió nada” y no mentir en la información dada. Tenemos que
asegurarnos que el niño entiende lo que es estar muerto sobre todo cuando son
menores de diez años. Podemos explicar que cuando alguien se muere el cuerpo se
para, no se puede respirar o comer y tampoco se puede volver a la vida, es algo
para siempre.
Es
bueno para el niño explicarle las posibles reacciones que pueda tener y hacerle saber que vamos a estar ahí para
cuidarle y responder a cualquier pregunta que tenga.
¿Tiene que venir a los rituales?
Para
los niños es importante poder decir adiós por ello debemos darle a elegir. Si
rechaza el asistir no hay que obligarle y si acepta se le dará información
sobre lo que va a encontrar. Explicar qué es un tanatorio, que el ser querido
no estará presente físicamente, que vendrán familiares y amigos, estarán
tristes y llorarán. Si asiste a los rituales tendrá que estar en compañía de un
familiar que lo acompañe en todo momento.
¿Debo llevarlo a un especialista?
No es
necesario ya que la mayoría de los niños son capaces de superar la pérdida al
cabo de un tiempo. Pero se ha de estar pendiente de cómo va evolucionando.
Aunque
el proceso de duelo puede llegar a durar un año o más, pueden aparecer síntomas
entonces que nos indiquen que el niño está elaborando un mal duelo cuando evita
sitios que le recuerdan al ser querido, no ve fotografías, no quiere hablar de
la muerte. Si hay elevados niveles de ansiedad que se pueden manifestar en
problemas para dormir, quejas físicas, agresividad…
La
mejor manera de comprobar que el niño está llevando un duelo normal es viendo si
puede llevar a cabo sus actividades diarias con normalidad. En caso contrario,
el niño puede requerir la ayuda de un especialista.
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